Ha llegado la primavera y con ella el buen tiempo, junto
con el ansioso y deseado cambio de hora.
A partir de este domingo por fin se puede entrenar y correr por donde uno desea, además de poder hacerlo con luz natural.
Atrás dejamos el crudo invierno, que aunque tenga el mismo periodo
de tiempo todos los años, a los corredores habituales se nos hace eterno y queremos
que pase lo antes posible, y es que la luz nocturna aburre, tiene sus limitaciones,
además de ser el entrenamiento muy monótono.
Desde el próximo domingo, ya podemos entrenar durante la
semana a partir de las 7 de la tarde por los itinerarios que nos plazca,
gracias al cambio de hora, los entrenamientos dan su fruto y la monotonía de
las calles las dejamos atrás.
Los que tenemos un horario de trabajo poco flexible o nada,
dependemos mucho de la noche y de
horarios poco sociables, y a la hora de combinar la vida laboral y familiar, la
verdad, se nos hace muy cuesta arriba.
Por eso estoy como loco (y creo que bastantes amigos del
running coinciden conmigo), de que con el horario veraniego te apetece y se
hace más fructuoso el entrenamiento diurno, que te da más tiempo para todo,
trabajo, conciliación, y ocio.
En el momento del cambio de hora ya se acaban las excusas,
nos marcamos nuestros objetivos, realizamos aquellos que teníamos pendientes del
año anterior, o incluso solamente por el hecho de disfrutar de la montaña por
las tardes, ya te marcas un pretexto para salir a correr. Yo personalmente,
llevo en mente los próximos entrenamientos, por donde y como los voy a
realizar, y qué objetivos realizaré en las próximas fechas. Aunque salga a las 7 ó 7 y media de
la tarde de trabajar, sé que me da tiempo a entrenar por lo menos una hora en
el monte, a conciliar familia-trabajo, y a poder preparar algún objetivo no muy
lejano.
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