Si hace apenas unos días realicé
una carrera de asfalto en la que el sufrimiento fue la nota predominante, una
semana después ocurre todo lo contrario.
La maratón alpina Al-Mudayna tiene todos los alicientes posibles para que todo
aquel corredor, ciclista o senderista salga
satisfecho de una prueba de estas características.
La montaña tiene lo que tiene, y cuando
uno se encuentra a gusto y disfruta del
entorno, puede ser técnica, dura o extrema, pero seguro que se va a encontrar mejor
corriendo en ella.
El sábado 5 de octubre me desplacé
a la Almudema, una pedanía situada a 9
escasos km de Caravaca de la Cruz, a la cual llegué a las 8:45 horas, tiempo
suficiente para recoger el dorsal, tomarme un café, hacer fotos y vestirme de
corto relajadamente para la carrera, ya que salíamos a las 10:00 en autobús dirección
al “torreón de Jorquera” para desde allí
iniciar nuestros 21.600 metros de recorrido.
225 participantes preparados para tomar la salida, amigos
conocidos, como César Vergara de Cehegín, José Ángel López y Mariano Ortín de Piti-running, Julián
Pallares (compañero de trabajo), y muchos otros conocidos de las carreras por
montaña.
Mientras esperamos el pistoletazo
de salida, los primeros maratonianos pasan por el control del km 21 donde estamos
nosotros, lo cual les hacemos el paseíllo aplaudiéndoles a su paso. Comenzamos
a correr a las 11:00 horas viendo de fondo la famosa “Sierra de las Cabras”,
sinceramente no me pareció tan dura como el segundo escollo “Juego de Bolos”,
ahí si se iba notando la dureza de la prueba. Las bajadas tanto de la “Sierra
de las Cabras” como del collado “juego de bolos” muy técnica, con la emoción de
que ibas encontrando senderistas y tenías que esquivarlos. La organización
pensó en amenizar el recorrido y sorprendentemente había un grupo de gaiteros
alegrando el paso por el km 10 de carrera.
Llego al tercer avituallamiento con
las piernas como “mazas”, porque he de confesar que bajando soy algo miedoso y
si la bajada es muy técnica retengo bastante. En esa bajada me pasó Esther Sánchez, la que a
posteriori sería la ganadora femenina de
la Maratón Alpina. A pesar de llevar las piernas como hígados, puedo coger
ritmo en un llaneo que hay hasta el km 17,5 cuarto avituallamiento, donde
comienza el tercer y último puerto de la
carrera, el “Alto de derramadores” o conocido como “el cortafuegos”. Ese punto es donde pone a cada uno en su
sitio, ciclistas y corredores tienen que parar y andar para echar el resto y
demostrar sus dotes andarines, porque sabes que es el último obstáculo para
llegar a meta.
Allí ya se ven las caras cansadas,
yo incluso a pesar de llevar calambres voy bien, con fuerzas para dar el apretón
final. Ya sabes que es toda bajada y llano, corres los últimos 3 km con la
satisfacción de que la has terminado, de que no te importa el tiempo empleado,
de saber que tienes una más, pero sobre todo que has disfrutado muchísimo.
Llego a meta con un recibimiento
esplendoroso, abarrotada de gente aplaudiendo tu llegada para culminar la
carrera como centuriones. Satisfacción plena cuando terminas una carrera de montaña
sabiendo lo que has pasado y los
desniveles que has acumulado.
Terminé en el puesto 69 de la
general con un tiempo de 3:04:32, siendo el ganador de esta prueba Juan Miguel
Chacón Resina realizando el trayecto en 2:08:37, y la primera femenina Laura
Morales García con un tiempo de 2:43:58.
No hay comentarios:
Publicar un comentario