Pasados unos días después de
realizar uno de mis mayores retos deportivos
(o quizás el mayor reto) que he realizado hasta ahora, me siento frente
al ordenador y no se realmente por dónde empezar. Son muchos los pensamientos ramificados que
inundan mi cabeza, a los cuales solo se darle forma plasmándolos en mi
habitación que tengo con vistas al Buitre, donde las ideas fluyen dándoles
forma, no sé por qué será……..
Una vez que las piernas van
viniendo a su sitio y a centrarse en el día a día, piensas fríamente que es lo
que aportan éstas pruebas deportivas, o lo que realmente has hecho, y la verdad,
que a la ligera te viene a la cabeza lo que todo el mundo dice, “vaya locura”,
yo pienso como bien dicen otros “bendita locura”. Las sensaciones son indescriptibles,
las emociones imparables, los efectos
inconfesables, pero creo que el
tiempo dirá y será juez indiscutible de ésta locura o no.
Cuando casi todo
el mundo disfruta
del verano como es lo normal, los que preparamos algún tipo de pruebas como los
“90 K Camino de la Cruz”, tenemos que pasarlo de aquella manera, porque
conciliar la vida laboral y personal con ésto, es muy complicado. Cada día
suma, cada hora aporta, cada minuto cuenta, solo eres dueño de unos pocas horas
a la semana, ya que también tienes que atender otras necesidades prioritarias.
Pero es lo que he elegido, toca sufrir, toca conciliar y toca madrugar, algo ya
cotidiano de lo que al final te haces un maestro y no sorprende para nada.
En estos días de entreno, tengo que
reconocer que han sido más entretenidos que preparando otras pruebas ya
pasadas. Y lo digo porque he tenido la suerte de contar con la compañía en la
mayoría de los entrenos de mi buen amigo Ventura Guerrero, algo a lo que eso de
compartir pruebas vienen muy bien, y si es con un buen amigo (es siempre muy
recomendable entrenar con amigos) pues mucho mejor.
Han sido unas semanas muy duras, en
las que ha habido tiempo para todo, de reir, de pasarlo genial, de entrenar
otros ritmos y rutas, también de pasarlo mal o de soportar km tras km la dureza
del asfalto o caminos. Lo bueno, es que he ido alternando entre llano y
montaña, gracias a la prueba de montaña LTTS 50 km en una zona preciosa como es el Trail de
Santiago Pontones (la recomiendo para el año que viene), en la que participé
con Ventura, 15 días antes del mencionado reto. La cual hizo que me pusiera
fuerte tanto en montaña como en llano, atravesando uno de mis mejores momentos
físicos. En ésta carrera me situé en la mejor clasificación que he tenido en
una ultra de montaña, cosa que me satisface.
En la semana previa a los 90K
Camino de la Cruz, ya solo tocaba memorizar ritmos, fortalecerme
psicológicamente y sobre todo tener fuerza y motivación para el sábado 8 de
octubre. La dieta esa semana fue inusual en mi casa, y mi mujer y yo teníamos
pactados el menú diario hasta el día H, donde le estoy eternamente agradecido
de ser partícipe de mi locura.
El viernes tarde bajo a Murcia y
recojo el dorsal, donde veo ya caras conocidas de la montaña, pero no tanto
como me hubiera gustado, pocos montañeros y muchos asfalteros y ultrafondistas,
para lo que me da un poco de respeto profundindizando más en mis pensamientos en lo absurdo. Pero yo tenía mi mente en las 8 de la mañana y no dejaba
que invadieran otras tonterías, además tenía que volver pronto a Moratalla y me
alejé enseguida de allí, no sin antes hacer una visita a mi amigo Germán en su
puesto de trabajo en un comercio muy conocido, con el fin de que me diera
ánimos y hablar de tiempos y mis
sensaciones.
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Foto Laura Correbirras |
Una vez cenado, preparé la mochila,
bolsa, equipación, etc., para no levantarme con demasiadas prisas. A las 4:45
am, sonó el despertador, era el día clave, un desayuno fuerte y había quedado
con mi amigo Juan Soria a las 6:30 para bajarme con él (ya que era uno de las autoridades
para dar la salida). Llegamos a Murcia a las 7:20 h, movimientos en las calles
adyacentes del ayuntamiento y de la plaza Cardenal Belluga, saludos a caras
conocidas y charlas cortas para ir quitando nervios, así que mejor un café para
activarse bien en la única cafetería abierta en esa plaza y calles adyacentes
(imaginaros para pedir un café). En lo que me tropiezo a mis compañeros Jose Miguel de Alhama que no sabía que iba hacerla y charlamos un poco, y también a Martín, compartiendo pareceres y haciendo las fotos de rigor oportunas. Grandes los dos, que también consiguieron acabar con éxito la prueba. Sobre todo Jose Miguel que logró bajar de las 10 horas.
Centrado ya en la prueba, mi único pensamiento era el ritmo
de carrera, no dejarme llevar por la euforia, y controlarme al 100%, una vez que comenzamos a
correr lo hice muy lento en esos primeros kms por el embotellamiento de tanta
gente y también por salir de los últimos. Pero no había prisa, sabía que este
tipo de carreras no había que tener prisa (tenía la experiencia de los 80 km nocturnos),
ya que pone a cada uno en su sitio
durante el recorrido.
En el km 3 aprox, nos vimos Jose
Luis Nortes (ninja) y yo, nos saludamos y fuimos hablando un rato ya que somos
de clubes amigos (Correbirras y Mountain Noroeste), además de vernos en pruebas
guerreras como el Veleta. Así que hablando me fue explicando la zona por donde
pasábamos, a la vez que iba saludando a los tendidos (es lo bueno de ser
conocido en este mundillo), algo bueno de correr uno en su tierra. Pasamos la
contraparada, llegamos a la Ribera donde estaba el segundo avituallamiento y
zona de sellado y comenzamos a recargar agua. La temperatura era ideal, me
asombró, pero estaba nublado y se corría bien. Llegamos a Molina, enseguida
Alguazas y encaramos la vía verde hacia los rodeos, Ninja no paraba de hablar,
yo pensaba que los hombres no hablábamos tanto, pero si, Jose Luis habla por
los codos, no viene mal, así llevas la mente distraída, pero en las pruebas ya
es muy raro ir escuchando conversaciones.
Cerca de la Ribera de Molina se presagiaba el apoyo que tendría con los compañeros del club, a lo que me encontré a Javier en bici y Germán un poco más adelante que quiso compartir algún km corriendo y animando. Agradeciendo su visita, que a pesar de que llevara pocos kms, los ánimos de compañeros siempre vienen muy bien.
Cerca de la Ribera de Molina se presagiaba el apoyo que tendría con los compañeros del club, a lo que me encontré a Javier en bici y Germán un poco más adelante que quiso compartir algún km corriendo y animando. Agradeciendo su visita, que a pesar de que llevara pocos kms, los ánimos de compañeros siempre vienen muy bien.
Casi llegando a los rodeos ya
percibí supongo que igual que Ninja que íbamos hacer la carrera juntos, a mí me
venía bien y creo que a él también, viejos guerreros y alta escuela de fondo,
un buen coctel para abordar una borrachera de kilómetros. Se nos unió antes de
llegar a Campos del río Miguel de Kampamento Base, la primera vez que lo veía,
pero Ninja me dijo que fue triatleta y había hecho varias ultras de 100 km, le
gustó el ritmo que llevábamos y quiso formar parte. En Campos (km 35 aprox)
había pasta, Ninja quiso parar pero le dije que algo rápido y a seguir, Miguel
si dijo que paraba y comía, así que salimos andando y comiendo, yo opté por una
barrita de proteínas. Miguel se quedó y nosotros continuamos a Albudeite, donde
nos cogió de nuevo recriminándonos que lo habíamos dejado (no es cierto, nunca
nos dijo que iba hacerla con nosotros y tampoco que lo esperáramos).
Continuamos y en ese tramo el sol se abrió paso entre los nublados cantándonos
saetas y diciendo que el que mandaba era él. Así fue, desde ese punto antes de
la Puebla de Mula ya lo llevemos de compañero, y con qué mala uva nos fue
tratando, hasta pasado Bullas, en la que la temperatura amainó su furia.
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Foto Laura Correbirras |
En Mula estaba el km 51 de carrera
y avituallamiento general, donde se presagiaba parar demasiado tiempo para mi
parecer y en el que ya me habían avisado mis compañeros. No lo vi mal, así que
descansar un poco (algo más de veinte minutos) y arrancar de nuevo a Ninja y
Miguel. Quedaba menos de la mitad, pero lo peor el tramo de mayor desnivel
positivo, ya con 50 km en las piernas y 6 horas de trote, la subida del Niño de
Mula costó un poco. Miguel no hacía más que decir que se paraba y andaba, algo
negativo para un grupo, ya que puede
influir en la marcha colectiva. Ninja también se le escapaba algún que otro
comentario por el estilo, así que tenía que ejercer de patriarca y hacer caso
omiso y seguir el trote que llevábamos, al que sin decir nada seguían los dos
al unísono.
Sí que es cierto que en algunos
tramos entre el Niño y Bullas paramos el trote para relajar piernas escasos dos
minutos y continuar el camino, caminata de paso ligero, al que tenían que
seguirme trotando, optando por trotar todos. Al fondo, se olía Bullas, y
después de unas interminables rectas, conseguimos llegar al punto psicológico
de la prueba. Localizado el avituallamiento de los 71 km y parada ligera para
tomar algo, de nuevo los vi demasiado
relajados y no convenía, llamada al orden y seguimos la marcha paralelos a la
autovía, en la que los vehículos nos saludaban a su paso, sabían de nuestro
esfuerzo y querían agasajarnos con sus pitorradas. Pero ya éramos imparables,
no había quién nos detuviera, si no era alguna lesión o algo parecido, hasta
Cehegín cuesta abajo llaneando, algo que se agradeció a las piernas machacadas
y desgastadas.
A unos kms tuve la suerte de
comenzar a ver caras conocidas que nos daban aliento y apoyo, como la aparición
de Manolo (hijo del Salu), que quería tener noticias mías y se acercó desde
Moratalla a Bullas en bici solo para dar ánimos, algo que le estoy muy
agradecido, y la verdad me conmovió un poco. En el avituallamiento antes de
Cehegín los amigos del club Gavilán (Dani y Antonio), que casualidad verles
allí, saludos y un poco de ánimos y seguir. Cada vez con más alegría y fuerza
para afrontar el tramo final, como al llegar a la zona del poblado de Begastri,
gente del club como Jose (Torda) y su novia Laura, también animando. En ésta
ocasión sí que me emocioné al verles, algo inesperado y que luego le encontré
explicación.
Pero ahí no acaban las emociones,
en la estación de Cehegín, me esperaban impacientes las personas que hacen
tenga sentido mi vida y lo que hago, mi Mujer y mi hija se me fundieron en un
abrazo interminable, las cuales me han seguido en muchas carreras, pero ésta
era especial y así fue el momento, especial. Con las fuerzas recargadas y los
ánimos a tope, afrontamos la recta final y últimos kms, habrá mejor chute de
adrenalina que un abrazo de los tuyos, creo que no.
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Foto Isa López |
La tarde se oscurecía a cada paso,
y pasado el túnel de Cehegín lo notamos más, pero sabíamos que no tendríamos
que encender los frontales, estábamos llegando. El km 90 me pitó justo en el
puente del río, aunque sabíamos que los pasábamos con creces, en principio eran
92, pero sabía que saldrían más. En la recta de los árboles otra sorpresa más,
Isa (fotógrafa profesional y además del club), que estaba en una boda
trabajando, se escapó unos minutos para inmortalizar el momento a nuestro paso,
en lo que me hizo continuar con mis emociones lagrimosas.
Llegamos a Caravaca, por fin, el
sueño cumplido, solo faltaba subir al Castillo, para lo que dimos una rodea
algo inusual y poco merecedora del reto llevado, pero era lo de menos, incluso
la rampa del castillo era lo de menos, la deseada meta para entrar y parar de
una vez de trotar era lo que deseaba. Pactamos entrar juntos y así fue como lo
hicimos, paramos el crono, paramos las piernas, paramos los dolores y llantos,
paramos el reto para fundirme en un abrazo con mi mujer e hija. Otro abrazo y
emoción con Ventura que estuvo esperando toda la tarde a que llegáramos, para
felicitarme y decirme “que grande eres Juli” (como si él no lo fuera), que
alegría verte en meta con grandes
amigos. Más caras conocidas, Laura, más Correbirras, Jose y Laura que también
fueron a verme en la meta, Adrián, Virginia del club Portazgo para ponerme la
medalla finisher, etc, etc.
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Foto Jose Torda |
Por fin parar, nunca había deseado
tanto parar de correr, 12:03:24 fue mi
tiempo, un crono que nunca olvidaré, como lo vivido durante la carrera y la preparación
que llevé para hacerla, algo que siempre se queda dentro de ti y permanece en
ti. Nunca se cuenta, no vale, solo cuenta la meta, la foto de llegada. Pero lo
que vives, lo que sientes, lo que valoras, lo que aprendes, lo que sufres, lo
que lloras, lo que ríes, lo que aprecias, lo que juzgas, eso, siempre se queda
dentro.
Durante 94 km hay muchos kms por
recorrer, durante 12 horas hay mucho para pensar, pero durante una vida hay
poco tiempo para hacer.
Ahora toca agradecer, algo que no
me gusta pero me siento en la obligación de hacerlo. En primer lugar a mi Espe
y mi Julia, son las mayores sufridoras de mis tonterías, su apoyo necesario e
indiscutible hacen que cada día crezca como persona. A Ventura Guerrero por
aguantar mis entrenos, que no los suyos cada vez que nos juntábamos, además del
apoyo anímico y presencial que siempre ha prestado. A Bobi por los entrenos de
la semana, a Juan Soria también por su apoyo logístico, a mi gente, a Germán, gran amigo donde los haya que me ofreció incluso su casa para pasar la noche y no tener que madrugar tanto. A mis compañeros del club, que sin quererlo me encontré más de 200 mensajes de wasap que fueron
enviando durante todo el día dando apoyo y animando, sabiendo en todo momento
por donde iba. A los que se desplazaron para verme, Jose, Laura, Adrián, Isa,
Pascual, Manolo, Dani, etc. y como no, también a Adrián López Garrido, por
hacer posible este reto y llevarme a cumplir uno de mis sueños en cada entreno
que he realizado. Gracias.
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