Cuando se tiene algo pendiente de
hacer no hay que dejarlo que madure demasiado, ya que cabe la posibilidad de
que llegue a fermentar y al final no se haga, como me ha ocurrido en algunas de
las rutas que tengo pendientes.
El Calar de la Santa es una de esas zonas que
dejas para más adelante, quizá por cercanía, no lo sé, pero la cuestión es que lo vas dejando pasar para otra ocasión dando prioridad a otros lugares con menos belleza si cabe. Inducido más por un amigo del Sabinar (Daniel) que por mi iniciativa propia, e indicándome hace apenas unos días el paraje en concreto, siendo yo, un amante de los nacimientos acuíferos, no dejé que madurara demasiado para que no fermentara la idea. Así que diseñé la ruta con los parajes que me indicó, y Earth hizo el resto.Se lo comenté a un amigo y
compañero del club (Fernando) y encantado me acompañó a la ruta, junto con mi
fiel compañero desde hace más de un año que me acompaña a cada ruta, mi perro
Samy (de la raza Malinois). En la que sin duda y dado a las fechas en las que
estamos había que madrugar, dado al calor previsto en estos primeros días de
julio.
Así lo hicimos, y al poco de la
salida del sol estábamos en camino por el recorrido que nos lleva al manantial
del Cantalar. Nos desviamos al poco de salir donde ya veíamos las aromáticas en
flor, algunas, y a punto de salir otras, por lo que la fragancia de éstas
aromáticas ya nos impregnaban el olfato.
En busca de la senda del arroyo Blanco, nos encontramos con una
plantación de pino rojo (detectada por Fernando que es un experto de la
vegetación, flora y fauna del lugar, además de los hongos), característico de
las zonas altas de Granada y si no me lo dice, ni me doy cuenta. Seguimos donde
enseguida encontramos la senda del arroyo, donde iniciamos el ascenso, en el
que el ruido encajonado del agua al fondo del barranco nos hace pensar que la
cantidad es abundante. Conforme ascendíamos el barranco va perdiendo
profundidad, dejándonos ver lo caudaloso que baja el arroyo. Cruzamos varios
pasos de puentes de madera envejecidos, y justo al pasar una especie de
“garganta” localizamos el manantial conocido como “Fuentes Grandes” con un
caudal abundante, un poco más arriba Fuente Teja. El terreno me comenta
Fernando cuenta con piedra dolomita, algo como piedra carbonatada (se rompe muy
fácil con la lluvia y con el paso del tiempo).
Nos desviamos al este y enseguida
encontramos la senda que nos lleva a los Puntales del Francés, una senda
preciosa que desciende en la que vemos (yo no, lo ve mi compañero de ruta)
el Abeto Pinsapo, diciéndome que es
típico de la Sierra de Grazalema. Abetos grandes y muy bonitos, que seguramente
estarán en algún proyecto junto el pino rojo. Bajamos a un arroyo seco y nos
encontramos con otra fuente en la Casa de la Sazadilla, nos detenemos poco y
continuamos hasta la Fuente del Rincón o Fuente la Mata. Fuente que creo
abastece a la población del Calar de la Santa, además de los cortijos cercanos,
estando ésta cercada para no manipularla.
Continuamos la ruta sin detenernos
antes, en una Sabina, de las muchas que abundan, pero siendo especial por su
tamaño. También más plantación de aromática antes de llegar de nuevo al punto
de partida, acabando la ruta después de 2:30 h y 10,7 km de recorrido.
Una ruta que merece la pena
realizar, en breve la colgaré en wikiloc para quien quiera realizarla pueda
hacerla. Parajes bellísimos a los pies de la Sierra de Villafuerte, que aunque
no subimos esta cima, si pudimos apreciar las distintas sierras colindantes. No
bajamos de los 1200 metros de altitud, alcanzando los 1400 m en algún punto.
Terminamos la ruta degustando la gastronomía típica del lugar en el Bar Terraza
del Sabinar.
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