17/8/15

El Veleta es posible en Granada

Es una paradoja pensar que una prueba popular como la XXXI Subida Internacional al Veleta, sea una más del calendario “runnero”, o incluso algo tan sencillo como para tenerlo al alcance de la mano, nada más lejos de la realidad.

Voy a contar mi relato de lo vivido en una de las pruebas que sin duda me ha marcado, e incluso en la que hacía mucho que no vivía y sentía los valores deportivos de las personas, algo inusual hoy en día.

Todo viene de un
calentón tras una comida preparando el KV Moratalla, donde se propuso en la tertulia tras la oportuna reunión gastronómica, realizar esta prueba mítica, ya que alguno de ellos ya la hizo el año pasado (Ventura Guerrero), y este año volvía a repetir. ¿Y cómo no?, allí estaba yo alzando la voz diciendo que “aquí estaba el tío”, con apenas dos meses para poder preparar este reto (tengo que decir que después me arrepentí de apuntarme).

Pero ya no había marcha atrás, planificación, fondo, y mucho asfalto, advertido por mi buen amigo y consejero. Pero había algo que se me escapaba de las manos y era, que necesitaba entreno en desnivel sobre todo positivo, y la carretera no es que tenga demasiado desnivel. Así que, en este plan faltaba algo. Aunque no era mi prioridad, si necesitaba acumular, ya que la prueba tenía el orden de 2800 metros positivos. Algo muy serio, como para pasarlo desapercibido. Ginés Aroca (un amigo de montaña), me comentó apenas a dos semanas de la prueba que no me preocupara por no haber acumulado desnivel, que el cuerpo tiene memoria y la usaría para esos momentos de la carrera (jejejej, que cosas……).

Y así fue como durante estos dos meses de entrenos, he hecho de todo, de asfalto, de fondo y más asfalto.


Llega el fin de semana de la prueba donde el sábado 8 de agosto emprendo junto a mi mujer (Esperanza) y mi hija (Julia), mi viaje a Granada, al Veleta. “Tengo que decir que era mi primera vez que visitaba Granada”.  Un viaje que lo extendimos con otras dos parejas amigas como es Ventura y Mª Carmen y Salva y Ana. A la llegada al Hotel nos reunimos con otros amigos del club Correbirras (Oscar, María José, Ninja, Juan, etc…………) una gente extraordinaria donde las haya.

Después de no haber pegado ojo en toda la noche, algo que no me pasaba hace tiempo, a eso de las 4:30 de la mañana inicio el ritual de cada prueba para no perder las costumbres. El desayuno un poco acelerado dado a que casi todo el hotel nos reunimos a la misma hora para entrar al comedor. A eso de las 6:20 ya estaba en la zona de salida preparado para comenzar. Lo típico en estas pruebas largas, nervios, pensamientos lejanos, miradas perdidas y concentración. El dato positivo era que tenía muy buenas sensaciones en todo momento.

Nos dan la salida a las siete en punto con un par de vueltas al parque y comenzamos el inicio de la carretera hacia el Veleta. Formé un grupo con el club Correbirras los primeros kilómetros donde de verdad lo pasé genial, charlando, riendo, contando anécdotas y dejándome aconsejar  sobre el trayecto. Un gran conocedor de esta prueba es sin duda Oscar Correbirras, al que hay que escuchar por su dilatada experiencia y puntos de vista.

Llegamos a Pinos Genil, donde ya se acababan las tonterías y comenzaba lo bueno, km 11 más o menos. Las primeras cuestas iba temeroso y prudente, pero al cabo de 3 o cuatro km decidí, subir un poco el ritmo y despegarme del grupo, aun a pesar de saber que si me despegaba, podía caer más arriba. Pero me veía fuerte, animado, con sensaciones.

Seguí con mi ritmo y consciente conforme iban pasando los km de que marchaba bien, hacía buenos tiempos, entrando en el km 30 con 3:15 de reloj. Pude aguantar corriendo prácticamente hasta el km 32 o 33, después lo iba haciendo andando y tiradas más cortas trotando. En el km 38 o 39 no recuerdo bien, me pude despedir de mi mujer e hija, las cuales me fueron apoyando todo el trayecto desde la salida.  A partir de Pradollano la suerte estaba echada, la incesante cuesta ya pesaba, los calambres comenzaban a salirme y lo único bueno era que la meta estaba cerca. Animado y con mis buenas sensaciones de que podía lograr la meta eran mayores, así que cogí ritmo andarín y para adelante. Tengo que decir que a partir de la Virgen de las Nieves, la carretera está muy rota, las curvas son mareantes, y el desgaste físico podía hacer mella y arrastrar pensamientos negativos. Seguí mi marcha hasta que llegué muy cerca del último avituallamiento donde pude ver a mi buen amigo Ventura Guerrero donde nos unimos en esos últimos cuatro km. Iba muy tocado con las pulsaciones altas y los calambres le atizaban cada vez que intentaba subir el ritmo. Así que prácticamente juntos llegamos a meta donde allí se acaba el sufrimiento, se alcanza la gloria, se toca el cielo y sobre todo te ves capaz de lograr lo inaccesible.

Al llegar a meta sientes todo, nunca había tenido las sensaciones que tuve al finalizar el Veleta. Quizás sea por acabar en alto, quizá por la distancia, quizá por el reto, o tal vez la magia de Granada. No tengo ni idea, pero lo que si tengo claro es que el Veleta es distinto, donde la meta es  espectacular, ya no  por la altura que tiene, sino por lo que regala a todos tus sentidos.


El gusto por la vida, la sensación de tocar lo inalcanzable, la capacidad de sentirte libre y único, la confortación de oler tu victoria personal, y como no, la satisfacción de ver lo inimaginable.

Estas pruebas son las de verdad, las que tienen sentido del porqué corres, las que unen, te dicen el motivo por el que amas este deporte, así es el Veleta. Una prueba que si no pasa nada y Dios quiere estaremos allí el año que viene.

Por último me queda dar las gracias a un buen y gran amigo como es Ventura Guerrero, con el que he compartido muchas batallas, y las que me quedan…., entrenamientos, lesiones, malos días, también buenos, todo hay que decirlo. Pero fue el que habló muy bien de esta prueba y un poco me picó para que inscribiera. Un amigo para tener siempre cerca, de los que no te deja atrás y de los que siempre, siempre te echa una mano. También  una mención al Club Correbirras en especial a Oscar, María José Mari Carmen, Ninja, Juan, Roberto, David, etc…., por lo bien que se portaron conmigo y mi familia todo el fin de semana.



No me quiero despedir sin acabar dando las gracias a mis dos amores que me acompañaron en todo momento en esta gesta. Sin ellas no podría hacer lo que hago y no tendría sentido ninguno. La fuerza que me transmiten en cada carrera hace que cada día no pierda la ilusión. Gracias Esperanza y Julia, os quiero.

1 comentario:

  1. Enhorabuena Julián. Fue un placer compartir aventuras contigo, como siempre!!

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