Voy a contar mi relato de lo vivido
en una de las pruebas que sin duda me ha marcado, e incluso en la que hacía
mucho que no vivía y sentía los valores deportivos de las personas, algo
inusual hoy en día.
Todo viene de un
calentón tras una
comida preparando el KV Moratalla, donde se propuso en la tertulia tras la
oportuna reunión gastronómica, realizar esta prueba mítica, ya que alguno de
ellos ya la hizo el año pasado (Ventura Guerrero), y este año volvía a repetir.
¿Y cómo no?, allí estaba yo alzando la voz diciendo que “aquí estaba el tío”,
con apenas dos meses para poder preparar este reto (tengo que decir que después
me arrepentí de apuntarme).
Pero ya no había marcha atrás,
planificación, fondo, y mucho asfalto, advertido por mi buen amigo y consejero.
Pero había algo que se me escapaba de las manos y era, que necesitaba entreno
en desnivel sobre todo positivo, y la carretera no es que tenga demasiado
desnivel. Así que, en este plan faltaba algo. Aunque no era mi prioridad, si
necesitaba acumular, ya que la prueba tenía el orden de 2800 metros positivos.
Algo muy serio, como para pasarlo desapercibido. Ginés Aroca (un amigo de montaña),
me comentó apenas a dos semanas de la prueba que no me preocupara por no haber
acumulado desnivel, que el cuerpo tiene memoria y la usaría para esos momentos
de la carrera (jejejej, que cosas……).
Y así fue como durante estos dos
meses de entrenos, he hecho de todo, de asfalto, de fondo y más asfalto.
Llega el fin de semana de la prueba
donde el sábado 8 de agosto emprendo junto a mi mujer (Esperanza) y mi hija
(Julia), mi viaje a Granada, al Veleta. “Tengo que decir que era mi primera vez
que visitaba Granada”. Un viaje que lo
extendimos con otras dos parejas amigas como es Ventura y Mª Carmen y Salva y
Ana. A la llegada al Hotel nos reunimos con otros amigos del club Correbirras
(Oscar, María José, Ninja, Juan, etc…………) una gente extraordinaria donde las
haya.
Después de no haber pegado ojo en
toda la noche, algo que no me pasaba hace tiempo, a eso de las 4:30 de la
mañana inicio el ritual de cada prueba para no perder las costumbres. El
desayuno un poco acelerado dado a que casi todo el hotel nos reunimos a la
misma hora para entrar al comedor. A eso de las 6:20 ya estaba en la zona de salida
preparado para comenzar. Lo típico en estas pruebas largas, nervios, pensamientos
lejanos, miradas perdidas y concentración. El dato positivo era que tenía muy
buenas sensaciones en todo momento.
Nos dan la salida a las siete en
punto con un par de vueltas al parque y comenzamos el inicio de la carretera
hacia el Veleta. Formé un grupo con el club Correbirras los primeros kilómetros
donde de verdad lo pasé genial, charlando, riendo, contando anécdotas y dejándome
aconsejar sobre el trayecto. Un gran
conocedor de esta prueba es sin duda Oscar Correbirras, al que hay que escuchar
por su dilatada experiencia y puntos de vista.
Llegamos a Pinos Genil, donde ya se
acababan las tonterías y comenzaba lo bueno, km 11 más o menos. Las primeras
cuestas iba temeroso y prudente, pero al cabo de 3 o cuatro km decidí, subir un
poco el ritmo y despegarme del grupo, aun a pesar de saber que si me despegaba,
podía caer más arriba. Pero me veía fuerte, animado, con sensaciones.
Seguí con mi ritmo y consciente conforme
iban pasando los km de que marchaba bien, hacía buenos tiempos, entrando en el
km 30 con 3:15 de reloj. Pude aguantar corriendo prácticamente hasta el km 32 o
33, después lo iba haciendo andando y tiradas más cortas trotando. En el km 38
o 39 no recuerdo bien, me pude despedir de mi mujer e hija, las cuales me
fueron apoyando todo el trayecto desde la salida. A partir de Pradollano la suerte estaba
echada, la incesante cuesta ya pesaba, los calambres comenzaban a salirme y lo
único bueno era que la meta estaba cerca. Animado y con mis buenas sensaciones
de que podía lograr la meta eran mayores, así que cogí ritmo andarín y para
adelante. Tengo que decir que a partir de la Virgen de las Nieves, la carretera
está muy rota, las curvas son mareantes, y el desgaste físico podía hacer mella
y arrastrar pensamientos negativos. Seguí mi marcha hasta que llegué muy cerca
del último avituallamiento donde pude ver a mi buen amigo Ventura Guerrero
donde nos unimos en esos últimos cuatro km. Iba muy tocado con las pulsaciones
altas y los calambres le atizaban cada vez que intentaba subir el ritmo. Así
que prácticamente juntos llegamos a meta donde allí se acaba el sufrimiento, se
alcanza la gloria, se toca el cielo y sobre todo te ves capaz de lograr lo inaccesible.
Al llegar a meta sientes todo,
nunca había tenido las sensaciones que tuve al finalizar el Veleta. Quizás sea
por acabar en alto, quizá por la distancia, quizá por el reto, o tal vez la
magia de Granada. No tengo ni idea, pero lo que si tengo claro es que el Veleta
es distinto, donde la meta es espectacular, ya no por la altura que tiene, sino por lo que
regala a todos tus sentidos.
El gusto por la vida, la sensación
de tocar lo inalcanzable, la capacidad de sentirte libre y único, la confortación
de oler tu victoria personal, y como no, la satisfacción de ver lo inimaginable.
Estas pruebas son las de verdad,
las que tienen sentido del porqué corres, las que unen, te dicen el motivo por
el que amas este deporte, así es el Veleta. Una prueba que si no pasa nada y
Dios quiere estaremos allí el año que viene.
Por último me queda dar las gracias
a un buen y gran amigo como es Ventura Guerrero, con el que he compartido
muchas batallas, y las que me quedan…., entrenamientos, lesiones, malos días, también
buenos, todo hay que decirlo. Pero fue el que habló muy bien de esta prueba y
un poco me picó para que inscribiera. Un amigo para tener siempre cerca, de los
que no te deja atrás y de los que siempre, siempre te echa una mano. También una mención al Club Correbirras en especial a
Oscar, María José Mari Carmen, Ninja, Juan, Roberto, David, etc…., por lo bien
que se portaron conmigo y mi familia todo el fin de semana.
No me quiero despedir sin acabar
dando las gracias a mis dos amores que me acompañaron en todo momento en esta
gesta. Sin ellas no podría hacer lo que hago y no tendría sentido ninguno. La
fuerza que me transmiten en cada carrera hace que cada día no pierda la ilusión.
Gracias Esperanza y Julia, os quiero.
Enhorabuena Julián. Fue un placer compartir aventuras contigo, como siempre!!
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